martes, 11 de septiembre de 2007

Historia cuarta: EL CASTING


¡Oye fresca, no te cueles!. Las hay que tienen una jeta...

¡Sí, tú, qué morro tienes!.

¡Eso lo será tu madre, que no te mando a la mierda porque soy muy señora, cacho puta!.

Vamos que se tira una tres horas en esta cola, porque llevo ya aquí tres horas perdidas, que tengo la casa que tendrías que verla, para que luego venga la pelandrusca esa y se cuele justo cuando voy a entrar.

PORQUE CUANDO YO ME ENTERÉ QUE ABRÍAN ESTE LOCAL Y QUE NECESITABAN GENTE PARA ACTUAR, PUES PENSÉ, “ MIRA ERWINIA ESTA ES TU OPORTUNIDAD DE DEJAR LA CALLE”.

Y no te equivoques, que no es que no me guste mi trabajo, pero una ya no tiene edad para estar partiéndose el culo por esas calles de Dios, por cuatro duros que gano. Yo ya he llegado a un punto en el que necesito sentar cabeza y comenzar a vivir como Dios manda.
Además yo siempre he querido ser artista.

¿Que tú quieres ser cantante de ópera?.

Pues mira, a mí la ópera, la verdad, es que no me tira mucho. Yo soy más bien una artista de variedades.

Sí, sí, de variedades. Porque, mira, yo canto, yo cuento chistes, hago malabarismos que quitan el sentio y hasta recito poemas de Gloria Fuertes. Y no te digo como bailo porque sería un escándalo.

¡Uy, ya ha entrado esa!. ¡Que nervios, ya me toca a mí!. Joder ya me están entrando ganas de cagar. Si es que qué mala suerte tengo. Siempre que tengo que hacer algo importante, me pongo tan nerviosa que me cago encima. Y, claro, tengo el culo tan así,que cuando tengo ganas, como apriete un poco, me voy por las patas abajo. Y como es tan líquida...

¿Que qué número les he preparado?. Eso es un secreto. Pero te diré que lo llevo metido en el bolso. ¡Uy, qué ya me toca entrar!.
Gracias, mucha mierda a tí también. A ver si nos vemos un día de estos y ya nos contamos que tal nos ha ido.

( Algunos días después )

¡Oye, ¿qué tal?!.

¿Qué te han cogido?. ¡Qué suerte!.

Pues a mí no...
Bueno, sí que querían que trabajase. Pero yo les dije que para hacer lo que me pedían mejor estaba en la calle.

¿Que qué querían que hiciese?. Pues mira que te cuento desde el principio.
Pues yo llegué al escenario, y la tía esa rubia, que hacía de secretaria, me preguntó los datos y todo lo demás, y me dijo, muy amablemente, eso sí, que si ya estaba segura de que quería trabajar allí, como queriéndome decir que no hacía falta que hiciese la prueba, que no me iban a coger.
Pero yo iba decidida, y les dije que estaba dispuesta a actuar.
Entonces se fue a las butacas con cara de ajo y se sentó al lado del que hacía la selección. Si el tío no hubiese sido un maricón de cuidado, creería que la tía estaba ahí para mamársela. El tío me preguntó que qué iba a hacer. Yo le dije que un estriptis. Y él me respondió que no hacía falta que lo hiciese, que ya estaba muy visto, y que, además, con lo gorda que estaba, estaría mejor vestidita.
Yo le dije que me dejara hacerlo, que vería algo totalmente nuevo. Y, como menuda soy yo, no tuvo más remedio que dejarme. Así que les dije a los músicos que tocasen la lambada, y comencé mi número.
Empecé a desnudarme, siguiendo el ritmo de la música con unos contoneos sensuales. Iba moviendo el culo de aquí para allá, y me sentía una estrella. Todo me salía a las mil maravillas. Me quité la falda con un pase torero, y haciendo un remolino, la blusa. Con qué arte me quite los zapatos. Qué sensualidad al quitarme las medias...
¡Con qué ritmo!. ¡Con qué salero!. ¡Con qué gracia me lo quité todo!.
Y cuando me quedé en pelota picada, comencé mi número especial. Saqué del bolso un tiesto, con geranio y todo, me lo metí en la boca y comencé a hacer malabarismos con él, siguiendo el ritmo de la música. No te puedes imaginar la cara que pusieron todos.
Pero fue al rematar el número cuando fallé.
Lancé el tiesto al aire con la lengua, me tiré al suelo panza arriba y abrí las piernas todo lo que pude, con el fin de recoger el tiesto con el coño. Pero cometí un pequeño error de cálculo y el tiesto, en vez de colarse en mi chocho, me cayó en lo alto de la panza. Y, claro, como me estaba cagando viva por los nervios, pues me cagué. Solté un chorro de mierda tan grande que salpicó hasta al maricón.
La gente se quedó con la boca abierta.
Entonces se oyeron unos rebuznos, y en el acto apareció un burro, que había sido utilizado en el número anterior, de detrás de las cortinas. Yo intenté levantarme y salir corriendo, pero me resbalé en la mierda y no pude. Entonces el burro, que estaba excitadísimo por el olor, se me abalanzó encima y me folló allí mismo.

Mira querida, me dejó destrozadísima, y encima se comió el geranio.
Allí todos aplaudían. Estaban encantados con el numerito. El maricón decía que me iba a poner de plato fuerte del espectáculo.

Pero yo, una vez repuesta del susto, porque el burro se tiró más de una hora dale que te pego, les dije que no estaba dispuesta a dejar que un burro me violase durante horas por la miseria que me iban a pagar.

Ellos me dijeron que no me iban a pagar más, ya que la paga del número la tenían que repartir con el dueño del burro. Así que me fui.
Al fin y al cabo, prefiero los viejos y los jonkis, que aunque pagan menos, también dan menos guerra.

Y, bueno, ¿qué número haces tú?.

¿Cantas “la flauta mágica” haciendo un dueto con el burro?.

Pues querida, ten cuidado, no sea que un día tengas una pedorreta y te suene la flauta...

1 comentario:

Chichi dijo...

Erwinia, siempre pensando en una misma...y pobre burro qué!? con lo indigestos que son los geránios!!!